En mis escapadas buscando documentar nuestras tradiciones por medio de imágenes, es común encontrarme con lo que podríamos llamar arte interiorano. Lo podemos apreciar en artesanías, carretas y hasta en carros alegóricos.
Los artesanos logran de forma magistral, por medio, en su mayoría, de naturaleza muerta. Crear artículos que puede utilizarse como prendas de vestir, adornar el hogar o llevarse los aplausos del público en un desfile al ver pasar los originales diseños.
En cada escapada logro tomar cientos de fotografías, aunque regularmente voy revisando cómo van quedando las imágenes en la misma cámara, siempre existe la emoción por verlas en la computadora. En ese momento mágico es cuando uno puede apreciar con justicia el trabajo de los artesanos.
Un ejemplo claro es la foto que acompaña a esta publicación. Capturé la imagen en la celebración del Festival del Sombrero Pintado (sombrero de pintas) en La Pintada. La carreta de la imagen formó parte a la delegación de Potrerillo, un poblado cercano, en el desfile.
Aunque los nobles animales dominan la atención, el enorme sombrero que colocaron como techo también exige su protagonismo. Un letrero con el texto “Junco en lodo” deja claro como crece la materia prima para la confección del sombrero. Colgados están la caja y el tambor tradicional, instrumentos que acompañan a las alegres tunas que celebran la vida en nuestro campo interiorano. No podía faltar el racimo de arroz que siempre encontramos colgados en las casas.
A un lado se encuentra una máquina de moler maíz, herramienta que siempre me recuerda las delicias de la abuela en épocas pasadas. Un jarrón acompaña a flores silvestres para adornar esta composición típica panameña.
Es claro de no reflejan la escuela de grandes artistas, ni tiene tendencias del arte moderno, pero lo que si tiene es ese sabor a lo nuestro, sabor a Panamá.