Cada visita que hago a San José de Las Tablas se convierte en un encuentro cercano con las costumbres del hombre del campo. Solo queda observar y ver como las imágenes se convierte en un relato de esas vivencias que podemos pensar que son rudimentarias, pero está muy lejos de eso, es poesía pura, cotidiano, pero que guarda la belleza de lo natural en una época donde las versiones de las app y los móviles dominan el día a día.
En compañía del amigo Dámaso, que siempre está dispuesto a llevarme donde se vive lo nuestro, nos fuimos a ver como molían caña por medio de un trapiche. La faena había iniciado a eso de las 3 de la mañana, pero eso no impidió que armaran nuevamente todo para moler más caña y producir el jugo riquísimos de la caña.
La energía para que el molino, conocido como trapiche, muela la caña proviene de un caballo. Con mucho cuidado dos señores lo fueron preparando, colocándole lo necesario para atarlo a la estructura que hace mover los dos rodillos de metal que muelen la caña mientras el jugo cae en un envase.
Minutos después el caballo inició su faena. Mientras giraba uno de los hombres introducía la caña en el molino mientras que el otro halaba la caña que iba moliendo. Este mismo trabajo lo realizaron durante la madrugada para producir miel de caña, pero ese tema será para otro artículo.
Esta estructura artesanal fue reemplazada por otros tipos de molinos en los ingenios azucareros, aunque manteniendo la idea original que hoy continúa utilizando nuestra gente del campo.