Las calles penonomeñas en la Central y del barrio de San Antonio quedaron pequeñas ante los miles de visitantes y locales que salieron a celebrar los carnavales en Penonomé.
Desde tempranas horas de la mañana ya se notaba la actividad de preparativos para los famosos culecos. Los cisternas se estacionaban a borde de calle mucho antes de que llegaran las personas a disfrutar de la celebración.
A eso de las 11 de la mañana las aguas del río Zaratí, transportada por los cisternas, se encargaban de bañar de alegría a los asistentes mientras las notas musicales de murgueros le daban ese toque a lo panameño a la actividad.
La música moderna también se hizo presente en enormes tarimas que se levantaron por un sector de la avenida Central, una de las áreas preferidas en el carnaval penonomeño.
En las noches continuó el jolgorio con desfiles y bailes en las tarimas. Unos carnavales que ofrecieron entretenimiento por más de 18 horas diarias.