Bautizada como Catedral Basílica Santa María la Antigua de Panamá fue consagrada en el año 1796, luego de 108 años de su proceso de construcción. Prácticamente un récord en tiempo de edificación en una iglesia en Panamá. Aunque nuestros antepasados tuvieron que esperar, la catedral finalmente fue levantada y actualmente sigue en pie.
Lo curioso es que fue una catedral viajera, su primer hogar fue Santa María la Antigua del Darién, cuando fundaron dicha ciudad los españoles en el año 1510, pero debido a los constantes ataques de los indígenas de la región reclamando su territorio, decidieron trasladar la ciudad a una morada menos hostil.
Fue entonces cuando fundan, en 1519, la nueva ciudad a orillas del Mar del Sur y a la que bautizan con el nombre de Panamá. La iglesia nuevamente viviría sus aventuras. Fue presa de un incendio, luego los materiales para su construcción se hundieron mientras los transportaban hacia la ciudad.
Finalmente es levantada una nueva iglesia de cal y canto. En el año 1671, Henry Morgan incursiona en Panamá, uno de corsarios del Caribe, no Jack Sparrow, ese no existió. Me refiero al famoso Henry, el que sembraba el terror en el territorio, ataca la ciudad de Panamá quedando casi en su totalidad destruida. Luego de los terribles días del ataque, solo quedó en pie la torre de la iglesia y parte de las paredes.
Su sede final
En el año 1673 los panameños se trasladan al sitio denominado el Ancón (Casco Antiguo) y establecen la nueva ciudad. Más de 100 años pasaron para que los habitantes en la nueva ciudad pudieran ver su catedral erguida, aquella que inicio su camino en el Caribe y terminó su aventura en el litoral pacífico.
Actualmente, aunque no se ofician misas regularmente, sus puertas están abiertas al público y esperando por su proceso de restauración.
Te invito a visitarla y sentarte en sus históricas bancas, admirar sus paredes, su techo y su altar. Luego levántate y recórrela que por ella han caminado muchos panameños desde 1796.
Recuerda, lo dijo el poeta Miró
He visto muchas torres, oí muchas campanas,
pero ninguna supo, ¡torres mías lejanas!,
cantar como vosotras, cantar y sollozar.
Actualización: Las fotos las tomé en el año 2015, antes de la restauración que concluyó en el año 2019.