El Marañón fue uno de los barrios populares de la ciudad de Panamá, en el residieron, en un principio, trabajadores que construyeron el Canal de Panamá y posteriormente otras generaciones de panameños hasta la desaparición de sus casas de madera.
Por muchos años, El Marañón con sus casas de madera, fue un barrio alegre y de mucha actividad. Sus viviendas eran un recordatorio de los inicios de la república y una representación clara de la esencia multicultural de diferentes sectores en la capital panameña.
Antecedentes de El Marañón
Samuel A. Gutierrez en su libro, Arquitectura de la época del Canal, menciona que el barrio El Marañón, junto a Guachapalí y San Miguel ya se perfilaban como barrios en la época del Canal Francés.
Si tomamos en cuenta que los trabajos del proyecto francés se iniciaron en el año 1881, puede que los primeros habitantes del barrio ocuparon el área hace 143 años.
Para el año 1908 todavía no se habían construido las casas como las conocí, eran mas parecidas a un caserío con habitaciones y poco desarrollo alrededor.
El Marañón con sus casas de madera
Posteriormente se construyen las casas de madera de inquilinato de dos plantas, balcones corridos, baños comunitarios y techos de zinc. La distribución interna era de un solo cuarto sin plomería ni divisiones. Para esa época ya era obligatorio que los arrendatarios colocaran baños completos, aunque fueron comunitarios, y pavimentación.
Marañón crece como un barrio obrero, principalmente habitado, en un principio, por trabajadores del Canal y sus descendientes.
Los cuartos no ofrecían las comodidades necesarias para que una familia completa habitara. Los residentes acostumbraban a utilizar cortinas como división interna y los más osados construían altillos aprovechando la altura de entre 5 y 6 metros de las habitaciones.
Tenían un pequeño patio interno con poca iluminación. En este lugar estaban los baños y el fregador comunitario. El interés de los arrendatarios estaba en optimizar el espacio para poder construir la mayor cantidad de cuartos posibles y no en la comodidad de quienes los habitarían.
Las condiciones de las viviendas y el alto costo de los alquileres provocaron protestas de los inquilinos que derivó, en el año 1925, en el Movimiento Inquilinario.
Límites y distribución del Marañón
En un principio, El Marañón estaba conformado por viviendas en las calles 17, 18, 19, 20 y 21. Después de la calle 21 se consideraba como parte de Guachapalí. Esta información la encontré descrita en el Museo Afroantillano ubicado en el viejo barrio.
El Museo Afroantillano, lo que era el Centro de Orientación Cristiana, es la única edificación de madera que se mantiene en pie. Las instalaciones se terminaron en 1910 y era el punto de reunión de los cristianos protestantes provenientes de Barbados. En el año 1980 fue inaugurado como museo.
Antiguo Centro de Adoración Cristiana – Museo Afroantillano
En cada manzana del barrio había abarroterías y otros tipos de negocios ubicados en la planta baja de algunas casas con frente a la calle. Las casas estaban separadas por unos cuantos pies, mis amigos me cuentan que ya se sabían de memorias los retiros, lo que nosotros llamamos zaguán.
Ellos podían recorrer esos zaguanes, sin necesidad de GPS, que formaban eternos laberintos sin perderse y pasar de una calle a otra.
Época de cambios
En el año 1916 se inaugura el barrio de La Exposición, una iniciativa del entonces presidente Belisario Porras para modernizar la ciudad. El estado compra la hacienda El Hatillo, ubicada entre la antigua ciudad y la ciudad capital. Desarrolla un complejo de edificios como parte de un proyecto que denominó La Exposición de Panamá, una forma de promover la inversión extranjera en el país.
Este plan involucraba el desarrollo hasta la calle 24, lo que al final sucedió conformando lo que hoy conocemos como el corregimiento de Calidonia. La distribución creó las primeras avenidas dando forma a la ciudad.
Entre 1944-1949 el Banco de Urbanización y Desarrollo y la Caja de Seguro Social ponen en marcha un plan ambicioso que consistió en desarrollar viviendas multifamiliares. Entre ellas estaba la Renta 10 y el Edificio Arraiján. Los dos irrumpieron en el área colindante con El Marañón avisando que vendrían cambios.
Solar donde estaba la Renta 10, al fondo a la derecha los edificios que reemplazaron al edificio Arraiján.
Para la década del 60 la mayoría de las casas de madera habían sido declaradas un peligro para las personas que la habitaban.
Entre los años 1960-1964 el Instituto de Vivienda y Urbanismo inicia el plan de desarrollo de El Marañón y es cuando se construye un multifamiliar de 10 pisos en el corazón del barrio, con altura superior a las rentas, nosotros lo bautizamos como La Multi. Agotado el presupuesto el plan se vio interrumpido. Este incluía parques y casas en las áreas donde estaban las antiguas casas de madera.
Avenida México – Al fondo lo que se conoció como Calle 22. Del lado izquierdo la Multi y del lado derecho el terreno que ahora ocupa el Metro Bus era un manzana de casas de madera.
Recuerdos del Marañón
Mis recuerdos del barrio son con las casas de madera que quedaban ya cansadas, su deterioro era notable, pero seguían viviendo personas. En ese escenario crecí, viviendo en Renta 10 y como parte del barrio. En el barrio había una gran cantidad de muchachos de mi edad, juntos vivimos muchas aventuras recorriendo sus calles.
Otras edificaciones de cemento que formaron parte de ese escenario son el antiguo Chung King, el antiguo Arzobispado, la antigua iglesia Santa Teresita (luego Imprenta Senda) y la actual Parroquia Santa Teresita.
Nuestro continente iba desde el Hospital Santo Tomás, el malecón, El Marañón con sus casas de madera hasta el Casco Antiguo. Corríamos por sus calles hasta que el hambre nos obligara a regresar a casa a buscar alimento. Nuestra parroquia, la Iglesia Santa Teresita del Marañón, siempre fue el punto de reunión, éramos parte del coro de la iglesia así que toda aventura se interrumpía de 5:30 p.m. a 7:00 p.m.
Finalizando los 70
Finalizando los 70 comenzó lo inevitable, presenciar la demolición de las casas que quedaban y que ya eran un peligro habitar por su profundo deterioro. También tuvimos que aceptar que algunos de los muchachos ya no vivirían en el barrio.
El paisaje del barrio cambió, las casas desaparecieron dejando lotes vacíos que con el tiempo se convirtieron en campos de juego improvisados.
El proceso fue como desdibujar parte de tus recuerdos. Algunos de los muchachos, mayores que yo, que tuvieron que mudarse porque las casas ya no eran seguras, visitaban el barrio regularmente. Ese retorno marcó una nueva era para el barrio.
La presencia de ellos siempre mantuvo el recuerdo vivo, ya no estaban las casas de maderas, pero estaban los representantes de la 22, de la 21 y de la 20. Aunque la Avenida México había borrado la 20 y la Justo Arosemena había borrado la 22. Ellos, junto a los que vivíamos en los multifamiliares, seguimos dándole vida al barrio.
Hace poco les pregunté dónde vivían y en su memoria sigue existiendo la 22, la 21 y la 20. Una muestra que sigue vivo en sus corazones el recuerdo del viejo barrio, ese que conocieron cuando eran niños.
Inicios de los 80
En uno de los lotes donde hubo una de las casas de madera se instaló lo que llamaron El Toldo Lucy, lugar donde acostumbraba presentarse Yin Carrizo, el romántico del acordeón. Estaba ubicado justo al lado de una de las pocas casas de madera que todavía se mantenían en pie.
En una de las esquinas de esta casa, del lado de Calle 21, estaba una venta de frituras que mis amigos llamaban Maritza Patacón. Por un tiempo fue lugar obligado para aplacar el hambre. Del lado de Avenida México, en este mismo caserón, a lo que mis amigos siguen llamando la 20, estaba un cuarto que uno de mis amigos había heredado, le llamaba el Bunker.
Aunque ya nadie vivía en el cuarto, de vez en cuando uno que otro amigo, de los que ya no vivían en el barrio, pudieron pernoctar en este cuarto producto de que su alegría sobrepasaba sus funciones motoras.
Indudablemente las casas de madera eran los iconos del barrio y su gente le imprimía cierto carisma difícil de describir. Posteriormente la Renta 10 y el Edificio Arraiján también fueron demolidos lo que terminó de cambiar el paisaje urbano de El Marañón que conocí. Solo la Multi, que se mantiene en pie, es custodio de ese recuerdo.
Ilustración de la casa de madera de la Calle 21. Una de las últimas en ser demolidas. En la esquina vendían las frituras.
El Marañón de hoy
Del Marañón con sus casas de madera solo queda el recuerdo. Actualmente la estación del Metro, estación del Metro Bus y la Policlínica del Seguro Social ocupan la mayor parte del espacio de lo que un día fue uno de los barrios más populares y pintorescos de la ciudad.
Estas edificaciones dan por tierra cualquier intento por repoblar al viejo barrio. Un plan que nunca pudo completarse como se concibió. Actualmente se levantan enormes edificios en las manzanas detrás de la Iglesia.
Este escrito va dedicado a Luis, Fulgencio y Ricardo, amigos del barrio de siempre. De ese donde vivimos y del que nunca nos fuimos porque sigue vivo en nuestros corazones.
Ubicación de El Marañón
Referencias:
Gutierrez, Samuel A. – Arquitectura de la época del Canal – 1984
Panamá Cosmopolita. La Exposición de 1916 y su legado – 2017 – En conmemoración de los 500 años de la Ciudad de Panamá
Tejeira Davis, Eduardo – Guía de Arquitectura y Paisaje de Panamá – 2007
El mejor escrito acerca del barrio del Marañón y otros detalles históricos. Waaoo…me transporte al tiempo…a esas vivencias y recuerdos. Muy bien hilvanado cada subtítulo y con un contenido preciso de hechos y vivencias histórica. «Cuartos y cuartos donde el sol era un aristocrático».
Mi Madre Era del Marañon y Padre