La octava versión del Festival de Diablos y Congos en Portobelo contó, como era de esperarse, con la asistencia de miles de visitantes.
El tranquilo pueblo de Portobelo, en la provincia de Colón, amaneció ese sábado con muchos residentes y voluntarios trabajando. Todos juntos en los arreglos para recibir a las personas que acudirían al llamado realizado por los medios de comunicación.
La razón, un nuevo encuentro con la cultura congo en el Festival de Diablos y Congos. Una actividad que busca realzar las tradiciones de una comunidad con mucha historia.
Los Diablos y Congos
Una plaza adornada, una tarima y graderías, puestos de comida y bebida fueron parte del escenario por donde congos y diablos hicieron su aparición.
A eso de las 11 de la mañana aparecieron los primeros congos, lo que atrajo a una batería de fotógrafos y visitantes para obtener alguna imagen de recuerdo. Yo hablando de los demás y era parte del grupo tomando fotos.
Mientras, los congos, entre juegos, pedían la acostumbrada contribución de dinero.
A eso de las 3 de la tarde, después de una larga espera, se dio inicio a la presentación principal en tarima. Al poco tiempo aparecieron los diablos y congos en medio del público que rodeaba el área donde bailaban y mostraban sus vestidos.
Los diablos vestían con enormes máscaras con intrincados diseños y vestidos con los acostumbrados colores rojo y negro. Cada uno tratando de intimidar, de meter miedo, de asustar.
Los congos con sus vestidos de diferentes prendas de vestir, retazos de tela y cualquier artículo inimaginable colgando, lograban robar sonrisas a aquellas personas que se les acercaban.
Esta vez me dediqué a tomar fotos de los diablos congos. Con tanta gente competía por un espacio para poder lograr documentar el trabajo en los trajes y máscaras.
El diablo representa al colonizador, no tiene nada que ver con los diablos de provincias centrales. Los congos con sus juegos evitan ser atrapados en busca de su libertad. Una representación simbólica de los cimarrones en la época colonial.
Mientras esto ocurría, en el edificio histórico de la Aduana de Portobelo fue inaugurado una exhibición de máscaras de Latinoamérica, muestra que se mantuvo por varios días abierta al público.
El festival se realiza cada dos años. Como siempre, me faltan más fotos por tomar.