La Yeguada

La Yeguada

Dentro de la reserva forestal La Yeguada se encuentra un área dedicada para que el público pueda acampar. El sitio está ubicado a las riberas del lago que abastece de agua a la hidroeléctrica del mismo nombre y es administrada por la Autoridad Nacional del Ambiente de Panamá.

La ruta a La Yeguada

Existen dos opciones para llegar hasta La Yeguada, una de ellas es desde Aguadulce, provincia de Coclé, y la otra es desde Santiago, cabecera de la provincia de Veraguas, provincia donde está ubicada la reserva forestal. En nuestro caso escogimos la ruta desde El Agüito en el distrito de Aguadulce. Es un recorrido de unos 65 kilómetros, así que lo recomendable es proveerse de combustible suficiente para el viaje de ida y vuelta.

El paisaje y la temperatura a medida que nos acercábamos iba cambiando, más de una vez tuvimos ganas de detenernos a admirar la belleza de lo natural en estas tierras, pero la ausencia de donde poder estacionarse nos obligó a continuar.

Como en todo viaje, la ansiedad lleva a uno a desesperarse por la llegada hasta que un impresionante chorro de agua, procedente de una pequeña estación, nos avisó que estábamos ya cerca. Lugar donde hicimos una parada casi que obligada para tomar algunas fotos e hidratarnos.

Sitio para acampar

Nuestra intención no era acampar, así que llegamos unos minutos después de las 11 de la mañana. A esa hora ya un nutrido grupo había acampado y los olores de carne asada anunciaban que preparaban su almuerzo. Para pasar al área de campamento hay que pagar $2.00 por persona, tarifa que incluye el paso a otras facilidades unos metros más adelante. Lugar donde también se puede acampar y cerca de una cascada.

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En el lago está prohibido bañarse, pero la cascada y su quebrada es el sustituto perfecto para los que les gusta bañarse rodeado de la naturaleza.

El paisaje

El paisaje es producto de la combinación perfecta entre la naturaleza y el hombre. Desde la década del 60 del siglo pasado se inició la reforestación con pinos adaptados al clima, lo que junto al lago, alojado en un antiguo cráter de un volcán, crean un paisaje de gran belleza. Digno de sentarse y contemplarlo por horas. Ideal para ese contacto necesario con la naturaleza, distante de la actividad vertiginosa que produce lo que llamamos progreso.

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Al rato recordé a mi compañera inseparable en estos paseos, la cámara. Me dispuse a tomar algunas fotos para compartirlas con ustedes, solo que con cada imagen capturada pensaba en lo injusto que eran, nada comparable con sentarse a sentir el agradable clima de ese momento y admirar todo el paisaje con el cielo azul que contrasta con el verde de los cerros, con ese imponente lago que atestigua lo poderoso que es la naturaleza y lo frágil que es también al mismo tiempo si nosotros no la cuidamos.

La cascada

Encontrar cascadas y ríos siempre será para mí algo divertido. Seguir el sonido del agua al correr entre las piedras es siempre una aventura asegurada. Nos indicaron que muy cerca se encontraba la cascada, así que no dudamos en continuar la ruta señalada. Al llegar al área encontramos más tiendas de campaña. Un pequeño letrero dentro del lugar indicaba el inicio del sendero hacia el río. En el camino nos encontramos a varios aventureros que regresaban mojados indicativo  de que ya habían tenido el placer de disfrutar de las aguas de este ambiente natural.

A llegar al final del camino encontré el río, pero no veía a la prometida cascada. Una ruta en una pequeño cerro me invitaba a subirla, sin pensarlo mucho llegué a la cima, el sonido de la caída de un agua me indicó que estaba cerca de ese precioso regalo audiovisual de la naturaleza. Finalmente pude apreciar la cascada desde lo alto, mientras otros disfrutan de ella en forma directa desde abajo.

Un camino, que no visualicé desde el principio, daba acceso a la caída de agua, momento oportuno para que los visitantes, al igual que yo tomaran sus fotos para el recuerdo.

La Yeguada es como una hermosa poesía donde las palabras son árboles, agua y cielo, sin duda uno de esos lugares que no puedes dejar de visitar.

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