Otro de los monumentos nacionales es la capilla San Juan de Dios, ubicada en Natá, provincia de Coclé, a solo unos 10 metros de la basílica menor de San Pablo Apóstol.
La capilla fue construida antes que la iglesia y se cree que funcionó como hospital. Lo característico en ella es su campana, fue colocada en la parte superior central y no en una torre lateral como se acostumbraba. La campana actual data de1703.
Hoy, después del mediodía, me dirigí a uno de esos rincones panameños que nos recuerda que Panamá siempre ha sido un lugar de tránsito. Ese lugar es Portobelo.
Portobelo
Portobelo está ubicado en el sector Atlántico, en la provincia de Colón. Es un puerto natural descubierto por Cristóbal Colón en su segundo viaje. Durante la época colonial, fue muy famoso por sus ferias y uno de los puertos más importantes en Tierra Firme.
Actualmente, las ruinas coloniales que se encuentran en el sector son patrimonio de la humanidad.
San Jerónimo
La foto que acompaña la publicación muestra el fuerte San Jerónimo. Los trabajos de construcción fueron iniciados en el año 1664. Este fuerte complementaba la estrategia defensiva de Portobelo.
Actualmente, se pueden apreciar los cañones ubicados en sus posiciones de defensa hacia el mar. Es casi imposible no acercarse a ellos e imaginar cómo fueron las batallas para proteger los preciados tesoros almacenados en el edificio de la aduana.
Caminar por el fuerte no está restringido, lo que permite apreciar de cerca las edificaciones antiguas.
La Aduana o Real Contaduría en Portobelo era donde se guardaban las riquezas de todo lo que se comercializaba entre América y España.
Su construcción data de 1638, en la planta alta estaban las habitaciones de las autoridades. En planta baja, los almacenes y las oficinas de las ferias.
Por un tiempo en estas edificaciones estuvo cerca de la tercera parte del oro mundial.
Portobelo es uno de los conjuntos monumentales en Panamá que es patrimonio de la humanidad. Fue en la época colonial uno de los puntos más importantes del comercio mundial.
La iglesia San Felipe es otra de las edificaciones antiguas que te recomendamos visitar en el histórico pueblo de Portobelo. Ciudad fundada formalmente el 20 de marzo de 1597 por Francisco de Valverde con el nombre de San Felipe de Portobelo, en honor a Felipe II, que en ese momento era el rey.
Cristo Negro
El nombre de la iglesia se puede verse eclipsado por la imagen de un Jesús Nazareno de color negro —considerado por sus devotos como milagroso— que podrás observar dentro de sus instalaciones. Cada 21 de octubre, cientos de fieles seguidores visitan la iglesia para pedir algún beneficio u ofrecer ofrendas de agradecimiento por algún milagro dado por el Cristo Negro de Portobelo.
La Iglesia
En la «Descripción de Portobelo de 1606 a 1607» se menciona la existencia de dos templos: el de San Felipe, identificado como parroquia, y el convento de Nuestra Señora de la Merced. En la parroquia había dos sacerdotes, uno de ellos vicario (ayudante del párroco). El escrito destaca que los feligreses eran españoles y negros.
La primera iglesia, construida en el siglo XVII, quedó muy afectada por los ataques piratas a la ciudad. Para el año 1671, la descripción de su condición indicaba claramente su situación precaria: «La iglesia tiene el piso mojado por goteras que obliga a oír la misa de pie. Está muy maltratada desde el sitio de los ingleses y urge reedificarla. El tejado está muy estropeado. Las paredes se mantienen con puntales y se celebra con poca decencia». Escrito del padrón de 1671.
En el año 1814 fue inaugurada la actual iglesia, sin haberse terminado, ya que no contaba con campanario. La torre fue construida en el año 1945.
En las fotos podrás apreciar su interior. Resaltan las columnas de madera que ayudan a sostener el techo, una típica construcción de las iglesias coloniales existentes en el país.
Un sobrio retablo acompaña el altar y algunas áreas pintadas de morado te avisan de la presencia del Nazareno. Su imagen se encuentra en uno de los retablos menores a la izquierda del altar.
La iglesia fue declarada monumento histórico en el año 1928.
Sus días de mayor actividad son para la fiesta del Cristo Negro. En los alrededores de la iglesia se colocan vendedores en casetas que ofrecen artículos religiosos a los visitantes que acostumbran a participar de las actividades religiosas desde días antes de la celebración del Cristo.
Música salsosa para el Cristo
La música también ha sido protagonista en la celebración del Cristo Negro, lo que ha llevado a internacionalizarse.
Ismael Rivera, cantante y compositor puertorriqueño, fue uno de los que visitaba la iglesia cada año. En 1974, publicó la canción “El Nazareno” en honor al Cristo Negro que conoció en una de sus visitas a Panamá. A continuación algunos de los versos de la canción.
Voy pa Portobelo a cargar el negrón El Nazareno me dijo, el negrito de Portobelo me dijo Que viva el Cristo negro de Portobelo En la Iglesia de San Felipe de Portobelo está el negrito que cargamos con celo
En el año 1977 Ismael publicó una segunda canción en honor al Nazareno, que tituló “El Mesías”. Sus dos canciones siempre se escuchan por las emisoras en el mes de octubre de cada año, en los días cercanos a la celebración del Cristo Negro.
A continuación parte de los versos de la canción “El Mesías”
El veintiuno de octubre de Panamá caminando a Portobelo debe llegar esa es la ruta el camino por donde vas y el Nazareno cargar.
Que lindo mi Nazareno el veintiuno de octubre, Panameños nos veremos y cargaremos.
En la canción Las Calles, Rubén Blades también menciona unos versos relacionados con Ismael y el Cristo Negro.
El verso dice:
A puro corazón me fui de Panamá a Colón caminando con Maelo pa llegar a Portobelo y saludar al Nazareno.
Referencia: Portobelo y San Lorenzo de Chagres – Alfredo Castillero Calvo
La Iglesia de Santa Ana era la única extra muro de la antigua ciudad de Panamá. Fue consagrada en el año 1764.
Ubicada en el arrabal de la ciudad, fue reconstruida después del incendio de 1854. Otras remodelaciones se realizaron en el siglo XX que le dieron la apariencia actual.
La iglesia fue declarada monumento histórico nacional en el año 1980. La iglesia fue testigo silencioso de todos los movimientos populares que tuvieron como sede su plaza. Desde movimientos separatistas hasta luchas por reivindicaciones sociales por parte de la clase popular.
La iglesia y el nuevo arrabal
Con el tiempo el viejo arrabal cambió. Las restauraciones en el Casco Antiguo han continuado y ahora también se han realizado en algunos de los edificios en Santa Ana.
Estos cambios han producido una disminución en la población en Santa Ana. A pesar de esto, todavía podemos encontrar un ambiente de barrio en los alrededores de la iglesia.
Sin duda alguna, los feligreses que ahora son residentes en otro lugar, regresan a su querido arrabal y a la iglesia de Santa Ana a escuchar misa como en tiempos pasados.
Al acercarte a Portobelo por carretera, lo primero que divisas es el Fuerte de Santiago de la Gloria. Estas instalaciones son parte del conjunto monumental de Portobelo constituido como patrimonio de la humanidad en el año 1980.
El fuerte lo puedes recorrer a pie y observar las estructuras que fueron reforzadas en el siglo XVIII. Este fuerte, junto al de San Jerónimo, San Fernando y San Fernandino, son considerados prototipos de los fuertes que les sucedieron en esa época.
Si te acercas a los bordes del fuerte cercano al mar, podrás apreciar en toda su magnitud al Mar Caribe. Desde este lugar, los centinelas divisaban los barcos de los piratas y daban la voz de alerta para prepararse para el combate.
Estas fortificaciones reforzadas no fueron suficientes para detener al almirante inglés Edward Vernon que saqueó la ciudad en el año 1739. Este ataque provocó que la corona española buscara otra ruta colocando a Portobelo y sus habitantes en una situación económica muy difícil.
El primer saqueo a Portobelo fue en el año 1601 por el bucanero William Parker. En el año 1688, el pirata Henry Morgan produjo el ataque y saqueo más sangriento a la ciudad, duró 14 días.
Al caminar por el fuerte es muy difícil desconectarse de esos acontecimientos producto del codiciado oro que era almacenado en el edificio de la aduana de la ciudad antes de su traslado a España.
Actualmente, este fuerte, junto al resto, han sido declarados monumentos en peligro por la Unesco. Requieren atención y cuidado como paciente en cuidados intensivos.
Aprovechamos la ocasión para exhortar a toda la ciudadanía a salvar uno de los monumentos que forma parte de los antecedentes de todo aquel que nació en tierra istmeña.
De esos escritos que hablan del panameño y sus costumbres extraigo fragmentos de uno que fue escrito en 1932 por Ricardo A. Latchman, conocido historiador y escritor chileno de la época, donde relata el uso de los balcones.
Una vez más otro visitante observa la importancia que tenían los balcones para el panameño de la antigua ciudad al escribir: Una gran parte del encanto de Panamá gravita en sus balcones,verdaderos miradores suspendidos sobre el panorama.
Ricardo desde el cuarto del hotel escribe sus notas, por la descripción parece que desde el Hotel Central, el mismo que se encuentra frente a la Plaza de la Independencia (Catedral) y es restaurado en la actualidad. Desde uno de esos balcones observa y escribe: Desde el hotel que escribimos se abre la pausa fresca de una plaza a la que asoman las azoteas, terrazas y ventanales, desde los cuales acechan bellas mujeres y se insinúan escenas familiares con poco esfuerzo.
Más adelante describe con exactitud la vivencia en el viejo barrio: La mayoría de las moradas tienen acceso a la calle, y puede afirmarse que una importantísima porción del tiempo transcurre aquí en el coloquio entre los vecinos y en la morosa contemplación de lo que pasa.
Así describe al panameño: no hay que equivocarse con el panameño: No es indolente ni perezoso, como algunos pudieran creerlo. Es un pueblo dinámico, hablador, que si suele incurrir en el relajo, ha demostrado también recientemente su madurez cívica y su sentido democrático. La piel de esta ciudad es algo tibia, como una fruta tropical, y se adhiere a los sentidos con fuerza. La atmósfera de Panamá no deprime de fatiga, a pesar del clima. Pronto, en las tardes, sopla una brisa desde el mar que hace reaccionar el ánimo y lo estimula a trasnochar en los bellísimos merenderos o en las quintas de recreo de los alrededores.
Termina su escrito con la siguiente reflexión: Pero lo mejor de la ciudad es lo que entrevé por sus balcones, esa nota misteriosa y sólida que acecha en las azoteas y miradores, en los balcones amplios y en las terrazas elevadas y magníficas. Allí hay una pululación de vida exuberante que se presiente desde afuera mientras en la alta noche un ruidoso tamborito o una maraca exasperada saca a flote los instintos obscuros de los negros. Los balcones de Panamá recatan sus escenas de amor y descubren un poco la intimidad de una tierra amasada con razas y sangres divergentes.
De esta misma forma recuerdo a los viejos barrios de la década del 70 y 80 del siglo pasado. Aunque ahora los balcones restaurados y otros abandonados están solitarios, pero en los corazones de muchos coterráneos sigue vigente ese panameño descrito en 1932 por Ricardo A. Latchman.
Fuente: Panamá en sus usos y sus costumbres – Stanley Heckadon Moreno.
Cada visita que hago a San José de Las Tablas se convierte en un encuentro cercano con las costumbres del hombre del campo. Solo queda observar y ver cómo las imágenes se convierte en un relato de esas vivencias que podemos pensar que son rudimentarias, pero está muy lejos de eso, es poesía pura, cotidiano, pero que guarda la belleza de lo natural en una época donde las versiones de las app y los móviles dominan el día a día.
En compañía del amigo Dámaso, que siempre está dispuesto a llevarme donde se vive lo nuestro, nos fuimos a ver como molían caña por medio de un trapiche. La faena se había iniciado a eso de las 3 de la mañana, pero eso no impidió que armaran nuevamente todo para moler más caña y producir el jugo riquísimo de la caña.
La energía para que el molino, conocido como trapiche, muele la caña proviene de un caballo. Con mucho cuidado, dos señores lo fueron preparando, colocándole lo necesario para atarlo a la estructura que hace mover los dos rodillos de metal que muelen la caña mientras el jugo cae en un envase.
Minutos después, el caballo inició su faena. Mientras giraba, uno de los hombres introducía la caña en el molino, mientras que el otro halaba la caña que iba moliendo. Este mismo trabajo lo realizaron durante la madrugada para producir miel de caña, pero ese tema será para otro artículo.
Esta estructura artesanal fue reemplazada por otros tipos de molinos en los ingenios azucareros, aunque manteniendo la idea original que hoy continúa utilizando nuestra gente del campo.
Jolgorio de carnaval acompañado con agua. Actualmente los organizadores del carnaval convocan al público a un área en especial donde los espera un cisterna que rocía agua a los presentes.
En medio del jolgorio aparecen las reinas del carnaval con sus tunas compitiendo por la preferencia del público. En algunas regiones se instalan equipos de sonido que reproducen música popular para ambientar la fiesta.
En sectores más tradicionales la música es ejecutada por músicos acompañado por cantos compuestos para la ocasión.
También se refiera a una persona que se encuentra oronda, satisfecha o ufana.